HISTORIA DE LA PSICOFISIOLOGÍA
René Descartes fue un filósofo y
matemático francés del siglo XVII, considerado como el padre de la filosofía
moderna. Supuso que el mundo era una entidad puramente mecánica que una vez
puesta en movimiento por Dios, seguía su camino sin intervención divina.
Así para comprender el mundo,
solo era preciso comprender su construcción. Para Descartes, los animales con
instrumentos mecánicos: los estímulos del medio ambiente controlan su
comportamiento. En gran medida su percepción del cuerpo humano era igual: una máquina,
observo que algunos movimientos del cuerpo humano eran automáticos e
involuntarios llamando a estas acciones “reflejos”. Descartes era un dualista, creía
que todas las personas poseían una mente, un atributo exclusivo de los seres
humanos que no estaba sujeto a las leyes del universo. Creía que la gente controlaba los
movimientos del cuerpo, en tanto que este, por medio de sus órganos
sensoriales, abastecía a la mente con información sobre lo que ocurría en el
entorno. En particular defendió que esta interacción ocurría en el cuerpo
pineal, un pequeño órgano que se ubica en la parte superior del tallo cerebral,
enterrado bajo los hemisferios cerebrales. Cuando la mente decidía
desarrollar una acción, inclinaba el cuerpo pineal en una dirección específica
como un pequeño control, haciendo que el líquido pasara del cerebro al conjunto
apropiado de nervios. Este flujo de líquido provocaba que se inflaran y
movieran los propios músculos.
El modelo de Descartes fue útil
porque, a diferencia de las especulaciones puramente filosóficas, pudo probarse
desde el punto de vista experimental. De hecho, no paso mucho tiempo para que
los biólogos demostraran que Descartes estaba equivocado. Por ejemplo Luigi
Galvani, un filósofo italiano del siglo XVII, descubrió que el estímulo eléctrico
en el nervio de una rama provocaba la contracción de los músculos a los que
estaba unido. La contracción ocurría aun cuando
el nervio y el musculo fueran separados del resto del cuerpo, de modo que ambas
capacidades, la contracción del musculo y la del nervio para enviar un mensaje
al musculo, eran características de los propios tejidos. Así el cerebro no
inflaba músculos al enviarles un líquido a presión por medio del nervio.
Una de las figuras más
importantes en el desarrollo de la filosofía experimental fue Johannes Müller,
un filósofo alemán del siglo XIX. El insistía en que el conocimiento del
funcionamiento del cuero solo lograría importantes avances eliminando o
aislando en forma experimental los órganos de los animales, probando sus
respuestas ante varias sustancias químicas y alterando de cualquier otro modo
el entorno para observar las respuestas de los órganos. Su contribución más
importante al estudio de la fisiología de la conducta fue la doctrina de las
energías nerviosas. Múller observo que, si bien todos los nervios transportan
el mismo mensaje básico (un impulso eléctrico) los mensajes de los nervios
diferentes se perciben en formas distintas. Por ejemplo, los mensajes que
transportan los nervios ópticos producen sensaciones de imágenes visuales y los
que transmiten los nervios auditivos producen las sensaciones de sonidos. ¿Cómo
es posible que surjan sensaciones diferentes a partir del mismo mensaje
básico?, la respuesta es que los mensajes se transmiten por canales diferentes.
La defensa de Múller de la
experimentación y las deducciones lógicas de la doctrina de las energías
nerviosas específicas prepararon la escena para la realización de experimentos
directamente sobre el cerebro. De hecho, eso hizo Pierre Flourens un filósofo
francés del siglo XIX. Flourens elimino varias partes de cerebros de animales y
observo su conducta. Al observar lo que el animal ya no podía hacer, deducía la
función de la parte faltante del cerebro. Este método se conoce como ablación
experimental (de la palabra latina ablatus, “eliminar”). Aseguro haber
descubierto las regiones del cerebro que controlan el ritmo cardiaco y la
respiración, los movimientos voluntarios y los reflejos visual y auditivo.
Poco después de los experimentos
de Flourens, Paul Broca, un cirujano francés, aplico el principio de la
ablación experimental al cerebro humano. No removió de manera intencional
partes de cerebros humanos para ver su funcionamiento. En lugar de eso, observo
la conducta de personas cuyos cerebros fueron dañados por ataques. El método de
ablación experimental sigue siendo fundamental para comprender el cerebro
humano y el de animales de laboratorio.
Como se mencionó antes, Luigi
Galvani utilizo la electricidad para demostrar que los músculos contienen la
fuente de energía que impulsa sus contracciones. En 1870 los fisiólogos
alemanes Gustav Frisch y Eduard Hirzig usaron los estímulos eléctricos como una
herramienta para comprender la fisiología del cerebro. Aplicaron una corriente
eléctrica débil a la superficie expuesta del cerebro de un perro y observaron
los efectos del estímulo. Descubrieron que al estimular diferentes partes de
una región especifica del cerebro, provocaban la contracción de músculos
específicos del lado opuesto del cuerpo. Esta región se conoce ahora como
corteza motora primaria y es sabido que las células nerviosas en ella se
comunican directamente con las que provocan las contracciones musculares.
También se sabe que otras
regiones del cerebro se comunican con la corteza motora primaria y por tanto
controlan las conductas. Por ejemplo, la región de Broca demostró que era
necesaria para el habla, controla y se comunica con la porción de la corteza
motora primaria que a su vez controla los músculos de los labios, lengua y garganta
que se utilizan para hablar.
Alguien cuyas contribuciones a la
ciencia fueron de las más brillantes del siglo XIX fue el médico y fisiólogo
alemán Hernann Von Helmholtz, quien diseño una fórmula matemática de la ley de
la conservación de la energía. Invento el oftalmoscopio (que se utiliza para
evaluar la retina del ojo), diseño una importante e influyente teoría de la
visión y ceguera del color y estudio la audición, la música y muchos procesos
fisiológicos. Helmholtz fue el primer
científico que pretendió medir la velocidad de la conducción a través de los
nervios. Antes, los científicos creían que tal conducción era idéntica a la que
ocurre en los alambres, que viajan aproximadamente a la velocidad de la luz.
Pero Helmholtz descubrió que la conducción nerviosa era más lenta: solo de aproximadamente
90 pies por segundo (27 metros por segundo). Esta medición demostró que la
conducción nerviosa era más que un mensaje eléctrico.