Imagen tomada de: Paguina de Facebook Neurociencias
viernes, 8 de marzo de 2013
lunes, 4 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
EL
SER HUMANO UNA MAQUINA DE MIEDO
El ser humano es una “máquina
perfecta que era puesta en marcha por Dios y luego seguía su curso natural” (Descartes).
El cuerpo humano, es en realidad un conjunto de sistemas complejos que se
conectan entre sí y se complementan. Sin embargo, durante mucho tiempo se tuvo
una gran incógnita respecto de “la conducta”. Si bien se ha estudiado el
funcionamiento básico de nuestro organismo, así mismo se han realizado estudios
sobre el controlador y organizador de
nuestra conducta, conocido como “el cerebro”, el cual, es un universo de
investigación científica, dentro de él yacen muchas incógnitas que en la
actualidad aun son motivo de interés y curiosidad para el ser humano, y es así como algunos científicos coincidente en afirmar que “el cerebro posee más
neuronas que el universo estrellas”.
Podemos señalar que el conocimiento sobre el cerebro, como un
órgano, se ha ido extendiendo y modificando al pasar el tiempo, ya que ha
establecido que por medio de él se pueden entender, hoy en día, los patrones de conducta, a nivel fisiológico
y comportamental. Por esto se entiende como, el asiento de las emociones. Durante
mucho tiempo se han estudiado las reacciones emocionales, observando a nivel fisiológico
y psicológico, cuales son las estructuras específicas que intervienen en este proceso.
El
cerebro, como centro integrador de
funciones ha sido foco de estudio para dar respuesta a la gran mayoría de
interrogantes que se desprenden del proceso de las emociones un ejemplo claro es la teoría de Mac Lean denominada
“cerebro triuno”, quien partiendo del desarrollo evolutivo del cerebro humano,
considera la existencia de tres cerebros o divisiones del mismo, en donde el
primer sistema, que se origino en un cerebro reptil comprende el tallo cerebral
y se observan la emociones primitivas que regulan los elementos básicos de
supervivencia.
El segundo, comprende
el sistema límbico que permite la interacción entre los procesos de
sobrevivencia del cerebro reptil con el mundo externo, siendo este el asiento
de las emociones, de la inteligencia afectiva y motivacional, y el tercero la neocortex, considerado como la
parte más evolucionada, la cual
diferencia al ser humano del
animal.
Ahora bien, es
importante centrarnos en el cerebro como el asiento de las emociones. Entonces ¿Qué son las emociones?
Según William James, psicólogo americano que consideró, en 1884, que las emociones no ocurrían primero a nivel
cognitivo, para ir seguidas luego por su respuesta vegetativa, como la
intuición nos sugiere, sino que el proceso ocurría en realidad exactamente al contrario,
es decir, la experiencia cognitiva de la emoción sería secundaria a su
expresión fisiológica[1]. Después de más de 100
años, hoy aun, verificamos esta teoría y se han formulado diferentes avances
sobre las emociones, los cuales
demuestras que el cerebro y los patrones de respuesta nos llena de intrigas y son
el inicio de muchas investigaciones, por lo cual en este esbozo realizaremos
una revisión detallada de las emociones, las estructuras cerebrales implicadas
en las mismas, desde el enfoque de las respuestas del cerebro ante situaciones aterradoras
o pánico.
Las emociones poseen
diferentes componentes que determinan la respuesta conductual, autónomo y
hormonal. Esto quiere decir que las emociones son la respuesta de la
combinación de movimientos musculares (conductual), movilización rápida de
energía (autónomo) y hormonas segregadas (hormonales), lo cual se encuentra
controlado por la amígdala, que está ubicada dentro de los lóbulos temporales,
su tamaño es comparado con el de una semilla de almendra y es el centro de las
reacciones emocionales se generan emociones primitivas como el miedo.
La amígdala es una de las regiones del cerebro con mayor
interconexiones que es la encargada de enviar señales al tallo cerebral que
generan respuestas en el cuerpo como correr o quedarse paralizado, y está
compuesta por un conjunto de núcleos (agrupaciones de neuronas con unas
características y funciones determinadas) que participan en la recepción de
información sensorial, así como en la emisión de respuestas a otras áreas
cerebrales.
Los principales
núcleos implicados en la recepción de información sensorial son los núcleos
lateral (LA) y baso lateral (BL) de la amígdala[2] y es así como muchos
notamos que al estar en frente de una situación riesgosa lo primero que
sentimos es el miedo, luego nuestro pensamiento reacciona y analiza la
situación para poder controlarla. ¿Y acaso no sería más lógico si nuestro
cerebro analizara la situación para poder controlarla y luego sintiera el
pánico para proteger la integridad personal?, lo cual tiene la siguiente explicación
fisiológica:“Al encontrarnos en una situación de riesgo nuestros sentidos
recogen nuestra información y por medio de los nervios son llevadas a nuestro
sistema nervioso central llegando al encéfalo”.
Está comprobado que
la información de los sentidos llega primero a la amígdala, antes que al lóbulo
frontal aproximadamente 9M por seg. es la velocidad de trasmisión del impulso eléctrico
en una neurona) de manera que nuestra primera reacción siempre es emocional,
para luego convertirse en racional. Por eso “en muchas ocasiones respondemos a
estímulos amenazadores, de manera violenta cuando la amígdala presiona el botón
de pánico y libera la proteína Fos” (pascoe y kapp, 1985; camoeau etal., 1991),
ahora bien, dentro de la respuesta a los estímulos producidos por el medio
ambiente también influyen hormonas excitatorias como la adrenalina, cortizol.
Como explicábamos
anteriormente, la reacción emocional es primero que la reacción racional, por
esto la corteza cerebral, es la capa exterior arrugada y dividida en 4 lóbulos:
frontales, parietales, occipitales y temporales. En el aspecto de las emociones
el lóbulo frontal participa en el proceso del miedo, se encarga de procesar
procesos racionales conscientes, resuelven los problemas, sincroniza las
actividades y controla la conducta. La amígdala envía las señales de manera muy
rápida y el lóbulo frontal regula esta velocidad para tomar la mejor decisión.
Podemos concluir que
es importante resaltar la importancia de la amígdala y el lóbulo frontal en la
emoción del miedo, las investigaciones sobre esta temática nos conducen a
aumentar el conocimiento y potencializar el área de la psicología para explicar
las conductas y comportamiento del ser humano, lo cual debe ser el punto de
partida para profundizar en las investigaciones en el área de la neurociencia,
ya que de este modo podemos ofrecerles a la comunidad una mejora en diferentes
aspectos como lo pretender la armada Estadounidense “para suprimir el miedo de
los soldados y luchar por el bien común”.
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